No es nada nuevo lo que está pretendiendo hacer el aparato militar-industrial-sionista (representado por Donald Trump), contra Venezuela en plena pandemia. Ya hace décadas (y hasta más) que eso que no pocos llamamos "El Imperio", se empeña en seguirnos dando razones para nombrarlo así.
En
la fórmula de intervención imperial es invariable la presencia de
mercenarios y
narcotráfico, amén de
terceros países dispuestos a participar en la jugada:
para perpetrar los hechos frustrados ayer (3 de mayo de 2020), hoy y posiblemente en días
subsiguientes, el gobierno estadounidense y sus cómplices internos
se sirvieron
para la parte operativa
de
la “empresa de seguridad” (eufemismo para banda de mercenarios)
Silvercorp y para la logística durante la preparación de
“Doble Rueda” (Elkin Javier López Torres), conocido
traficante de drogas
internacional colombiano
que trabaja a las órdenes de la DEA y
en cuya hacienda de La Guajira colombiana, protegidos y
apoyados por el gobierno
neogranadino,
estuvieron viviendo y recibiendo entrenamiento alrededor de 90
individuos antes de que al menos dos tercios de ellos,
partieran hacia Venezuela.
Para
no abundar mucho en mis palabras respecto a lo histórico
de las prácticas imperiales, dejo a continuación para ustedes un
buen fragmento de la columna Dossier
(diario Últimas Noticias, 2003),
donde el periodista venezolano de origen uruguayo, Walter
Martínez,
rememora algunos episodios muy ilustrativos del caso "Nicaragua"
(década de 1980):
El
discurso de la Guerra Fría
En
los años de la Guerra Fría, cuando me tocó ser enviado especial en
Nicaragua y El Salvador, entre otras zonas de Centroamérica, el hoy
[octubre de 2003] Embajador estadounidense en la ONU, John
Negroponte, lo era en San Salvador. El depuesto Sub-secretario de
Estado Otto Reich (Dossier,
“El Paracaidista de la Casa Blanca”, Últimas Noticias, Jun 16,
2002) producía y firmaba artículos de prensa con nombres ajenos y
se dedicaba a la propaganda de guerra. Algunos conocidos colegas le
hacían el juego. Existía la Unión Soviética y Centroamérica era
el Teatro de Operaciones de una guerra de baja intensidad, donde los
latinoamericanos poníamos los muertos. La idea era crear un casus
belli contra la rebelde Nicaragua. Honduras sería el portaviones y,
quizá, la muy respetada Costa Rica iba a ser la virgen violada. Los
paramilitares de moda eran los “Contras”. Pululaban en América
Central los “civiles” que en realidad cumplían funciones
militares muy específicas. ¿Alguien recuerda “Air America” y
los “civiles” que actuaban en Laos y Camboya? Ahora una nueva
generación de ellos puede ser vista en las compañías que
aparecieron como amapolas después de la lluvia en torno al
Aeropuerto El Dorado de Bogotá, o tripulando los aviones
fumigadores. En Vietnam era el “Agente Naranja”. En Colombia es
el Glifosato. ¿Alguien recuerda a Eugene Hassenfus? Fue el
sobreviviente del C-123 derribado por los Sandinistas cuando llevaba
armas a los Paramilitares entonces llamados Contras y, a la vuelta
traían cocaína para financiarlos y financiarse ilegalmente. Con
ellos andaba un tal Félix Rodríguez, miembro de un equipo especial
de asesinato de la CIA; el mismo que estuvo en la Casa Blanca en la
fiesta de navidad de Bush padre en 1985, y que en junio de 1986 fue
llamado a Washington para ponerlo frente a Oliver North y dar una
explicación al Congreso sobre las llamadas telefónicas a Tony
Abrigan y Martha Money, periodistas estadounidenses en Costa Rica,
llamadas que North había grabado. Rodríguez era co-Director de Giro
Aviation, una compañía co-propiedad de la CIA. En octubre de 1984,
su socio, Gerald Latchinian, fue arrestado por contrabandear más de
10.3 millones de dólares en cocaína para financiar el asesinato del
presidente hondureño Roberto Suazo Córdova. Lactinian mantiene que
era una operación de la CIA. Recuperado el cadáver de Buzz Sawyer,
el piloto del C-123, tenía en su bolsillo el número privado de
George Bush padre en la Casa Blanca. Hassefus testimonió que
trabajaba para la CIA bajo las órdenes de Max Gómez (alias Félix
Rodríguez) y Ramón Medina (alias Luis
Posada
Carriles)
con el conocimiento y aprobación de George Bush. La Compañía
Telefónica de El Salvador confirmó llamadas de la tripulación
desde “casas seguras” a los números de la Oficina del Tte. Cnel.
Oliver North en la Casa Blanca (Acres USA, agosto 1990, citado por
David P. Beiter). ¿Debería preocuparme hoy día porque Linda
Robinson, de US News and World Report afirma: “He estado en
Venezuela; y aunque no puedo afirmar que vi con mis propios ojos este
campamento, (se refiere a las Farac en nuestro territorio) tengo
información precisa y testimonios de primera mano que prueban su
existencia” (?) Cuando quieras, Linda [Robinson, autora de un
reportaje de sobre los supuestos nexos del gobierno venezolano con el
terrorismo internacional], te llevo a la frontera.
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