lunes, 7 de septiembre de 2009

U R G E N T E : Tenemos que ejercitar la memoria

Para los venezolanos de hoy resulta imprescindible mantener a tono la memoria. No somos pocos los que hemos permanecido ignorando episodios de nuestra historia reciente, que nos ayudarían a entender cómo nos han visto los gobiernos de las principales potencias económicas y militares del mundo, y cómo nacieron algunas de las que son hoy nuestras relaciones comerciales internacionales más estrechas.
El párrafo que sigue es un minúsculo ejemplo de la estima con la cual hemos sido “honrados”; y el texto que se transcribe luego (fragmentos de un extraordinario libro de Eleazar Díaz Rangel) –siempre en el mismo contexto– es una excelente muestra de los recursos que han sido utilizados en nuestro país desde hace ya más de un siglo (como el control y la manipulación de la información) para lograr importantes objetivos.

El Presidente es un hombre de avasalladora energía, cazador de tigres, ranchero, que cree que el destino manifiesto de los Estados Unidos es dominar al Caribe y mira a los paisecillos de América Latina como ratas. Un día [9 de diciembre de 1902] Inglaterra, Italia y Alemania bloquean la costa de Venezuela y bombardean dos fuertes para cobrar una deuda, al estilo europeo. [Theodore] Roosevelt deja por un momento la doctrina Monroe, porque le parece excelente que “le den duro en las nalgas” –son sus palabras– a Venezuela por sinvergüenza; para que aprendan a cumplir sus compromisos. El presidente se mueve dentro de un insolente optimismo porque su país se está imponiendo en el mundo a causa de su vertiginoso progreso. Inglaterra ha declarado que vería con buenos ojos el que los Estados Unidos asumiera la tutoría de la América Latina, para salir de embrollos y tratar con una potencia responsable.
Germán Arciniegas: Biografía del Caribe. Editorial Sudamericana. Buenos Aires, 1963. Página 426.

Escuadra alemana en costas de Venezuela. obra de Willy Stower, 1902. 

A comienzos de 1902 se habían producido varios levantamientos al interior del país y el “Libertador” opera en las Antillas en aguas próximas a Venezuela, pero aún no se produce el desembarco de Matos y su revolución en las costas orientales. Havas [agencia de noticias francesa que contaba con el monopolio informativo desde América Latina hacia el resto del mundo] expande por sus canales todas las noticias adversas al gobierno de Castro que recibe de sus corresponsales y de los agentes del cable francés (CFCT) y de partidarios de Matos:
Bogotá, marzo 5. El vapor “Libertador” bombardeó el puerto de La Guaira para proteger el desembarco de una expedición revolucionaria. Ha estallado la revolución en las proximidades de Valencia.
Nueva York, enero 13. La insurrección contra el Presidente de Venezuela toma de día en día nuevas proporciones. Se sabe que el vapor “Libertador” perteneciente a los revolucionarios, ha desembarcado en distintos puntos de la costa armas y municiones en abundancia.
Una vez que ocurre la invasión de Matos, el 15 de mayo, se hacen más frecuentes las noticias de Havas sobre su desarrollo, que junto a caricaturas y artículos, se publican en países europeos acreedores, y por supuesto, en los de América.
Nueva York, junio 17. Según las noticias que llegan de Venezuela por la vía de Curazao, la situación creada por la revolución en ese país, continúa complicándose cada vez con incidentes y conflictos de todo género.
[...]
La Havas, cuyas conexiones con la Compañía Francesa de Cables Telegráficos eran evidentes, y podían apreciarse en algunos mensajes de la época, no solo ofreció una información descaradamente favorable a las llamadas tropas revolucionarias y silenció las noticias de sucesos favorables al gobierno durante todo el desarrollo del proceso, sino que sus canales estuvieron abiertos a la revolución para la transmisión de mensajes útiles a sus operaciones de guerra, interceptar los del gobierno y actuaba como parte de una red de espionaje.
Derrota de “la revolución”
En octubre se libra la batalla de La Victoria, decisiva para la guerra. Nunca antes en las guerras de Independencia y en la Federal, se habían enfrentado en Venezuela tantas fuerzas, estimadas en 20.000, ni por tanto tiempo: 12 días. Las tropas del gobierno comandadas por Cipriano Castro resultaron victoriosas. El 2 de noviembre comenzó la dispersión de las fuerzas antigubernamentales, y poco tiempo después, su jefe supremo huyó disfrazado a Curazao, desde donde Jaurett [desertor del ejército francés, corresponsal en Venezuela desde finales del siglo XIX] había estado alimentando el cable francés:
Nueva York, 10. Telegramas de Willemstad anuncian que el general Castro, presidente de Venezuela, abandonó el comando de las tropas, retirándose hacia La Guaira, escoltado por un regimiento de caballería. Willemstad, 10. Por telegramas de La Guaira se sabe que continúan afluyendo a ese puerto las familias pudientes de Caracas, por temor a un asalto de los revolucionarios. En aquella capital reina el pánico. Willemstad, 15. Corre con visos de fundamento el rumor de la noticia de que Caracas, la capital venezolana, está en poder de los revolucionarios. El gobierno en Los Teques. Willemstad, 15. Las avanzadas de las tropas revolucionarias y de las tropas gobiernistas, se tirotearon hoy a 8 millas de la capital venezolana, donde reina el pánico y la anarquía. Willemstad, 16. Han llegado comunicaciones por las cuales se sabe que las fuerzas del gobierno del general Gómez vicepresidente de la República, han sido derrotadas con considerable pérdidas por las fuerzas rebeldes cerca de San Mateo.
El 4 de noviembre ya no era posible seguir engañando al mundo. La Havas debe reconocer la derrota de los revolucionarios. El Cónsul de Venezuela en Nueva York, doctor Elías González Estévez, ha recibido un cable de Caracas firmado por el presidente Cipriano Castro y su secretario, el Dr. Julio Torres Cárdenas, donde se le avisa “la completa derrota de las fuerzas revolucionarias atacadas de frente y por la espalda simultáneamente. El jefe de la revolución Matos logró huir”.Ese mismo día desde Caracas, informaba que “la victoria del gobierno fue celebrada ayer en Caracas con estrepitosas salvas de artillería, fuegos artificiales y repiques de campana”
Sin embargo, Havas sigue dando crédito a los cables que Jaurett le remitía por la vía Willemstad [Curazao], desde donde informa el 7 de noviembre: “Es completamente falso el rumor echado a circular por el gobierno venezolano respecto a una gran victoria obtenida contra los insurgentes”. Al día siguiente en un nuevo despacho, explicaba que “el ejército revolucionario sencillamente se retiró de San Mateo” para tomar posiciones más ventajosas, y agregaba que”se ignora el paradero exacto del Presidente de Venezuela”.
Pero la imaginación del periodista también tiene sus límites. Cuando el general Matos llegó a Curazao, derrotado y enfermo, debió reportarlo. Ese cable, del 4 de noviembre, cerraba con una nota humorística: “En la fuga, perdió su hamaca y su sombrero”.

El bloqueo a Venezuela
Fracasado este intento contra el gobierno de Castro y en el cual confiaban algunas potencias extranjeras para hacerse pagar las deudas del gobierno venezolano, Alemania y el imperio Británico se pusieron de acuerdo para bloquear los puertos venezolanos. Habían obtenido las seguridades del gobierno de los Estados Unidos de que no intervendría, persuadido de que no tenían interés de apoderarse de territorios y que, en consecuencia, no afectaba la doctrina Monroe.
El 6 de diciembre, ante las frecuentes informaciones contenidas en los boletines diarios de la Agencia Pumar sobre posibles acciones de violencia de potencias extranjeras contra Venezuela, el Presidente Castro escribe en los periódicos para mostrarse incrédulo. No concebía que se apelara a esos medios para cobrar una deuda, y explicaba toda la política seguida por su gobierno para atender los compromisos contraídos.
Dos días más tarde, el domingo 8, los ministros de Inglaterra y Alemania entregaron en la Cancillería un ultimátum, y al día siguiente, sus barcos controlaban La Guaira y otros puertos. Los cables de Havas servían a estas operaciones, acentuaban su campaña de descrédito contra Venezuela, y silenciaron la reacción indignada que se produjo en Caracas, donde hubo manifestaciones, voluntarios para incorporarse al ejército, quemadas las banderas de los países agresores y apedreadas sus embajadas, o legaciones, y en la mayoría de los países latinoamericanos se produjeron expresiones solidarias con Venezuela. Ninguna de estas manifestaciones era noticia para Havas. En cambio el ministro francés en Buenos Aires informa a su Cancillería en París: “La prensa argentina encabezada por La Nación, critica duramente el bloqueo a Venezuela. El País y La Prensa despliegue de las potencias extranjeras frente a un pequeño país. Preguntan dónde está la Doctrina Monroe”. El Ministro de Relaciones Exteriores de Argentina, Luis Drago, emite una declaración condenatoria de la agresión de las potencias europeas que después se ha conocido como “Doctrina Drago”. Pero tampoco tiene interés noticioso para Havas.
[...]
A comienzos de 1903, Castro debe solicitar a los Estados Unidos la mediación. Seguidamente se inician las conversaciones sobre la reclamación, que concluyen un mes después con la firma de los protocolos de Washington, impuestos a Venezuela por las grandes potencias, incluida la que emergía en la región: los Estados Unidos, que echaba las bases para incrementar sus relaciones comerciales y desarrollar sus inversiones en Venezuela.

Eleazar Díaz Rangel: La Información Internacional en Venezuela 1808-1985. Fondo Editorial de Humanidades y Educación, Universidad Central de Venezuela. Caracas, 1987. Páginas 83-88.[El texto original abunda en notas a pie de página, las cuales no fueron incluidas aquí para facilitar la lectura].

viernes, 5 de junio de 2009

El día que comencé a divorciarme de ti

Publicado originalmente en ENcontrARTE (Revista cultural alternativa) N° 65 (junio de 2007) www.aporrea.org



Ese día comprendí que no éramos el uno para el otro como insistentemente me repetías cuando caía rendido ante tus caricias y favores, cada vez que provocabas mi risa fácil, estimulabas mis oídos con tus chismes faranduleros o excitabas el resto de mis sentidos con esas imágenes inquietantes y muchas veces absurdas.

Estoy convencido de que es normal que ante tu agonía ya no sienta lo mismo de aquellos años. Supongo que es muy distinto para quienes no han podido escapar de esa relación sadomasoquista que cultivas tan bien y donde siempre has jugado el papel dominante. Veo con pavor la suerte que pude haber corrido si ese 21 de noviembre de 2001 no hubiese reaccionado. Quizás en este momento estaría llorando por los rincones o queriendo hacer cualquier cosa para que no te vayas; a lo mejor me encontraría desafiando el destino y negando la realidad.

Sería hipócrita si dijera ahora que no te guardo rencor.

En este instante solo te digo que termines de irte –sé que no será en paz– para que a tus deudos el luto les dure poco (algunos de ellos son queridísimos familiares y amigos míos).

Por si tu memoria ya no es tan buena, RCTV, más abajo te anoto las reflexiones que tuve el valor de escribir aquel día después de ver tu noticiero matutino, todavía en medio de la duda de si estaría siendo o no injusto contigo.


Su forma de matar piojos me ofende
21 de noviembre de 2001
Tengo la sana costumbre de sentirme muy bien cuando los comunicadores –sea prensa escrita, radio o televisión– llaman las cosas por su nombre y nos ayudan a conocer los hechos tal cual ocurrieron, cuando nos señalan el camino hacia la “verdad” (¿cuál es la verdad?), porque todos tenemos el derecho a conocer la realidad por muy cruda que ella sea: sólo yo debo decidir si quiero saber o no acerca de un acontecimiento.
También tengo la mala costumbre de sentirme muy mal –por mi culpa, lo confieso: no debo estar viendo la televisión en la mañana mientras me visto– cuando soy atacado por el deseo desmedido de algunos reporteros de estregarnos en la cara algún drama social que la mayoría de las veces ya conocemos. ¿No tenemos suficientes detalles del grave asunto de la indigencia en nuestra capital?, ¿acaso la gente no sabe que hay miles de personas que duermen en cualquier rincón?, ¿todavía queda alguien que no sepa de los hogares improvisados en sitios públicos?...
Me parece de mal gusto ese “show” a caballo en compañía de la Policía de Caracas, a la caza de los indigentes que habitan a las orillas del Guaire. Se trata del acoso impertinente a personas que por lo menos merecen nuestro respeto, ya que no tienen nuestra ayuda.
No entiendo como alguien puede acercarse repentinamente a una persona que duerme junto a un río putrefacto en lo que queda de un colchón, lo despierta micrófono en mano y le pregunta, haciendo gala de una gran estupidez, que por qué está durmiendo allí y no en su casa, cuando evidentemente esa es su casa.
Tampoco mi escasa inteligencia me permite digerir una imagen en la cual se irrumpe en un hogar (hecho de sábanas viejas y pedazos de latón, con un puente de la autopista por techo, pero hogar al fin), se hurga sin permiso entre las pocas pertenencias de una mujer que en la parte superior de su cuerpo solo lleva puesto un sostén y se procede a entrevistarla, aún en contra de su voluntad, amedrentada por la presencia de la policía, haciéndole una batería de preguntas que parecen formuladas para torturarla (¿por qué decidiste vivir aquí?, ¿no será que estás enferma del estómago porque comes aquí junto al río, en medio de esta suciedad?...)
Mientras me vestía vi una y otra vez como perseguían a un grupo de personas, las acorralaban como delincuentes y las interrogaban de forma absurda llevándolas hasta la vergüenza. Espero que haya sido el asombro lo que me mantuvo algunos minutos frente al televisor y no un morbo subterráneo como el de los reporteros.
Así no quiero ejercer mi derecho a ser informado.
Alexis Espinoza

jueves, 4 de junio de 2009

Ojo amigos de www.panorama.com.ve o Los paranoicos tenemos derechos



Después de 10 años de guerra comunicacional (o mediática, como la llamamos ahora) lo menos que hemos tenido que aprender a hacer los venezolanos que nos empeñamos en mantener la cordura es a leer entre líneas. Suelo revisar casi a diario (a veces el “implacable” no me lo permite) la versión digital del diario Panorama. Hoy (04-06-2009) fue uno de esos días y me llamó la atención el sumario de una noticia titulada Cae otro helicóptero y mueren 5 personas (Annel Mejías/Thayz Jaimes): “Al cumplirse el mes de la caída de un helicóptero militar en Táchira, de fabricación rusa, que causó la muerte a 16 efectivos castrenses, una nueva tragedia aérea ocurre en ese estado andino.” No está de más recordar que la mayoría de las personas que revisan los titulares de los periódicos digitales no pasan de leer el sumario y que sólo los muy interesados dan el paso de hacer clic y “abrir” la noticia. Con esto quiero decir que el sumario no sólo sirve de extracto introductorio, sino que la mayoría de las veces es la única información que el lector decide recibir acerca del asunto en cuestión. Siendo así, el susodicho sumario puede bien marcar una tendencia o, como ocurre casi siempre, convertirse en una especie de cápsula noticiosa. ¿A qué viene todo esto?... A que el sumario transcrito más arriba provocó que me comenzara a hacer preguntas: ¿Cuál es la noticia, que hace un mes también en Táchira se cayó un helicóptero ruso y que murieron 16 militares?, ¿la coincidencia geográfica es lo más relevante?, ¿por qué ni en el sumario ni en el cuerpo de la noticia se menciona que el segundo helicóptero es de fabricación estadounidense?, ¿por qué en el caso anterior el país donde se fabricó la aeronave es tan relevante (tanto que un mes después se vuelve a mencionar) y en este caso no?, ¿el sumario fue redactado con ligereza o detrás hay la intención expresa de recordar aspectos del accidente anterior y de obviar detalles del nuevo accidente?
Alexis Espinoza

miércoles, 25 de febrero de 2009

"El Caracazo"

A propósito del 27 de febrero de 1989 y de los días que le siguieron, van tres textos: el primero pretende ser una micro crónica sobre el caso de un compañero de trabajo de la Contraloría General de la República; el segundo es una transcripción parcial de la sentencia que recoge grosso modo los hechos probados por la Corte Interamericana de Derechos Humanos y que condena al Estado venezolano por violación de derechos humanos durante esos días (en 1989 durante el segundo gobierno del social demócrata Carlos Andrés Pérez); y el tercero es un análisis-reflexión acerca de lo ocurrido y del papel que jugaron en ese momento algunos "actores". Sirvan las líneas que siguen para no olvidar.

I


Nunca trabajé directamente con el sr. Calixto (Jesús Calixto Blanco), sin embargo recuerdo que era una persona dicharachera, de esas que no le niegan un saludo a nadie y están prestas a compartir un chistecito con el prójimo; además, trabajaba como mensajero y por andar de piso en piso muchos lo conocíamos (tenía unos lentes oscuros con un paisaje en los cristales, los cuales le hacían acreedor de muchas mamaderas de gallo). El sr. Calixto vivía con su familia en el oeste de Caracas (en la urbanización 23 de Enero); para allá salió desde su trabajo el 27 de febrero de 1989. No llegó a su casa, no regresó más a la oficina, no supimos más de él. Dos años después, uno de los tantos cadáveres exhumados en una fosa común de “La Peste” fue identificado como el suyo. Recordé al sr. Calixto hace unos días [febrero de 2004] cuando revisaba una Gaceta Oficial (la Nº 37.868 del 29 de enero de 2004) y me encontré con una sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (Caracazo vs. Venezuela) que menciona, entre otros, su caso. Me he tomado la triste libertad de anexarles una transcripción parcial de la sentencia.

II


GACETA OFICIAL Nº 37.868 DEL 29 DE ENERO DE 2004
[TRANSCRIPCIÓN PARCIAL]
CORTE INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS
CASO DEL CARACAZO. VENEZUELA
REPARACIONES
(Art. 63.1 Convención Americana sobre Derechos Humanos)
SENTENCIA DE 29 DE AGOSTO DE 2002*
V
HECHOS PROBADOS
[...]
Hechos generales
66.1. el 27 de febrero de 1989 un número indeterminado de personas iniciaron una serie de disturbios en la ciudad de Guarenas, Estado Miranda, como consecuencia del aumento de las tarifas de transporte urbano y de la falta de reconocimiento del pasaje preferencial estudiantil por parte del Poder Ejecutivo. Dichos disturbios se propagaron después a otras zonas del área metropolitana de Caracas;
66.2. el 28 de febrero de 1989 el Poder Ejecutivo emitió el Decreto Nº 49, mediante el cual ordenó la suspensión de varias garantías establecidas en la Constitución venezolana. En los días subsiguientes se aplicó un toque de queda. Durante el período de excepción, los órganos de seguridad del Estado (Policía Metropolitana, Guardia Nacional y Ejército) realizaron una serie de operativos tendientes a reprimir los disturbios y se puso en práctica un plan militar secreto denominado “Ávila”. Las garantías constitucionales fueron restablecidas el 22 de marzo de 1989;
66.3. los sucesos de febrero y marzo de 1989, según cifras oficiales, dejaron un saldo de 276 muertos, numerosos lesionados, varios desaparecidos y cuantiosas pérdidas materiales. Esa cifra inicial fue desvirtuada por la posterior aparición de fosas comunes. La abrumadora mayoría de las muertes fue ocasionada por disparos indiscriminados realizados por agentes del Estado venezolano o fueron el resultado de ejecuciones extrajudiciales; y
66.4. en este caso existió un patrón común caracterizado por el uso desproporcionado de la fuerza por parte de agentes estatales, acompañado del ocultamiento y destrucción de evidencia, así como el empleo de mecanismos institucionales para asegurar la impunidad de los hechos.
Inhumación de cadáveres en fosas comunes
66.5. durante los sucesos de febrero y marzo de 1989, el Estado ordenó, a través del Poder Ejecutivo, que se procediera a la inhumación de un número indeterminado de personas fallecidas a causa de los sucesos de este caso; en fosas comunes ubicadas en el sector denominado “La Peste” del Cementerio General del Sur de Caracas, con infracción de las normas legales y administrativas que regulan los respectivos procedimientos. Funcionarios estatales inicialmente negaron la existencia de fosas comunes;
66.6. el 23 de octubre de 1990 COFAVIC, la Red de Apoyo por la Justicia y la Paz y otras personas denunciaron ante el Ministerio Público las presuntas inhumaciones irregulares de cadáveres no identificados en el Cementerio General del Sur de Caracas, llevadas a cabo desde el 27 de febrero de 1989 hasta el 15 de octubre de 1990. El asunto fue remitido al Tribunal Décimo de Primera Instancia en lo Penal y de Salvaguarda del Patrimonio Público de la Circunscripción Judicial del Área Metropolitana de Caracas, que inició una averiguación sumaria al respecto el 30 de octubre de 1990;
66.7. el 5 de noviembre de 1990 el Tribunal Décimo de Primera Instancia en lo Penal y de Salvaguarda de Patrimonio Público de la Circunscripción Judicial del Área Metropolitana de Caracas, practicó inspecciones judiciales en el Cementerio General del Sur, a fin de determinar si se habían cometido las irregularidades en la tramitación del ingreso de cadáveres inhumados en las fosas comunes. Con ocasión de ello, dejó “constancia [de] que en los libros de registro no aparecen registradas las víctimas enterradas en el sector Norte 6 (‘La Peste’) de los sucesos del 27/2/89”. Posteriormente, dicho tribunal ordenó realizar los procedimientos de exhumación de cadáveres en el cementerio de referencia, las cuales se iniciaron el 13 de noviembre de 1990 bajo la dirección del equipo multidisciplinario de la División General de Medicina Legal;
66.8. el 28 de noviembre de 1990 se dio a conocer a la opinión pública que habían aparecido los primeros restos en la parcela número seis norte de Sector “La Peste” del Cementerio General del Sur, de la ciudad de Caracas. Ello se basó en la realización de exhumaciones de numerosos cadáveres, de los cuales sólo 68 correspondieron a personas cuya muerte había ocurrido en febrero o marzo de 1989. Fueron localizados y exhumados 64 cadáveres, de los cuales fueron identificados y entregados a sus familiares los cuerpos de tres de las víctimas del presente caso: José del Carmen Pirela León, Javier Rubén Rojas Campos y Leobaldo Antonio Salas Guillén. En marzo de 1991 habrían sido identificados por necrodactilia tres cadáveres más, que aún reposan en los nichos, entre los cuales estaría el de Jesús Calixto Blanco;** y
66.9. en agosto de 1991 el procedimiento de exhumación e identificación de los restos mortales fue paralizado. El 22 de enero de 1997 el Tribunal Décimo de Primera Instancia en lo Penal y de Salvaguarda del Patrimonio Público de la Circunscripción Judicial del Área Metropolitana de Caracas decidió mantener abierta la averiguación penal hasta tanto fueran plenamente identificados los culpables de las muertes.
En relación con las investigaciones penales
66.10. desde 1989 se iniciaron diversas investigaciones tendientes al esclarecimiento de los hechos, tanto de los homicidios como de las inhumaciones irregulares, mediante averiguaciones penales surgidas de denuncias interpuestas ante los tribunales penales ordinales y militares, por familiares de las personas fallecidas y heridas, por agrupaciones no gubernamentales, o iniciadas de oficio en algunos casos, por los propios órganos de instrucción;
66.11. las investigaciones penales iniciadas en relación con los hechos del caso, tenían carácter secreto y las víctimas y sus familiares no tuvieron acceso a ellos, porque se lo impedían las disposiciones procesales vigentes referentes a la etapa del “sumario”, prevista en el Código de Enjuiciamiento Criminal derogado. Tras la entrada en vigor del Código Orgánico Procesal Penal el 1º de julio de 1999, se eliminó el sumario;
66.12. el 28 de mayo de 1999 el Fiscal General de la República de Venezuela presentó ante la Corte Suprema de Justicia una solicitud para que este órgano se avocara al conocimiento de las averiguaciones penales tendientes al esclarecimiento de los hechos, las cuales habían sido iniciadas hacía más de diez años y la mayoría de las cuales no pasaron de la denominada “etapa sumarial”, lo cual se tradujo en un evidente “retardo procesal”, pues en ningún caso había sido dictada sentencia definitiva;
66.13. el 23 de septiembre de 1999 la Sala Político-Administrativa de la Corte Suprema de Justicia declaró con lugar la solicitud al considerar que “dado el número considerable de víctimas, las personas presuntamente responsables de tales muertes (efectivos militares y policiales) así como el contexto social en que ocurrieron, [dichas investigaciones] poseen un carácter excepcional, carácter este que no fue considerado por los órganos encargados de la investigación, pues es evidente que hasta la fecha, al no producirse ninguna decisión en torno a los prenombrados hechos, se ha incurrido en una aberrante denegación de justicia, cuyas consecuencias han traspasado los límites nacionales, ejemplo de lo cual son las denuncias interpuestas en contra del Estado venezolano ante organismos internacionales por las presuntas violaciones de los derechos humanos que los tribunales, tanto de la jurisdicción penal ordinaria como de la jurisdicción especial militar, en diez años, han sido incapaces de resolver”. Con base en esas consideraciones y estimando, además, que tanto el “significativo retardo judicial, como el desorden judicial, con el cual se han tramitado los juicios penales han constituido una afrentosa denegación de justicia”, la mencionada Sala se avoca al conocimiento y decisión de las correspondientes causas. Adicionalmente, dicha Sala decidió que las disposiciones del Código Orgánico Procesal Penal se aplicarían a los procesos que se iniciaron desde su entrada en vigor, aun cuando los hechos punibles hubieren sido cometidos con anterioridad. Por último, la aludida Sala-Político Administrativa ordenó desglosar los expedientes referentes a todas las averiguaciones penales iniciadas, para luego formar un expediente individual por cada persona que hubiere fallecido o hubiere resultado lesionada en los hechos objeto de las causas avocadas con el fin de determinar la existencia, de ser el caso, de “las irregularidades de orden administrativo que pudieran resultar de las actualidades u omisiones de quienes tuvieron a su cargo la dirección de los juicios y de los organismos que han intervenido en éstos”, así como remitir al Ministerio Público las causas en que existan elementos probatorios suficientes para presumir la responsabilidad penal de determinadas personas en los hechos del caso;
66.14. el 24 de febrero de 2000 la Sala Político-Administrativa de la Corte Suprema de Justicia declaró concluida la función jurisdiccional en relación con el avocamiento que había decidido y ordenó la remisión de las 437 causas, originadas en el desglose de expedientes de averiguaciones penales, al Fiscal General de la República para que este ordenara y dirigiera la investigación de los hechos, de conformación con las disposiciones del Código Orgánico Procesal Penal, con el fin de establecer la identidad de los autores materiales e intelectuales y partícipes y ejercer las acciones pertinentes tanto contra quienes impartieron las órdenes, como contra quienes las ejecutaron;
66.15. en la actualidad, las 437 causas se encuentran en la fase preliminar de la investigación a cargo de la Fiscalía Vigésimo Primera del Ministerio Público a Nivel Nacional con Competencia Plena, 41 de las cuales corresponden a víctimas del presente caso. Sólo en caso de Luis Manuel Colmenares, el cual se encuentra ante el Tribunal Décimo Sexto de Primera Instancia en Funciones de Control, existe una acusación contra dos oficiales de la Policía Metropolitana, quienes estuvieron bajo prisión preventiva. En el caso de Crisanto Mederos, la Fiscalía solo ha individualizado a los imputados; y
66.16. a la fecha de la presente Sentencia, en ninguna de las causas abiertas, las autoridades judiciales internas han adoptado una decisión definitiva en la que se identifique a los responsables y se establezcan las sanciones correspondientes a los hechos del presente caso.
_____________________________________
*Las notas al pie fueron suprimidas por no ser de interés en función de la historia.
**Negritas nuestras.


II

¿Dónde estaban?

Después de tener acceso a dos sentencias de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (Gaceta Oficial Nº 37.868 del 29 de enero de 2004) que mencionan la infinidad de derechos humanos que fueron violados en Venezuela durante finales de febrero y principios de marzo de 1989 y relatan sucintamente la historia no oficial, recurrí a Manuel Caballero [Las crisis de la Venezuela contemporánea (1903-1992). Monte Ávila Editores Latinoamericana / Contraloría General de la República. Caracas, 1998.] para ver cómo encajaban esos sucesos –según él– en nuestra historia reciente.
Conseguí que de “1983: Crisis del Modelo Económico” pasa a “1992: Crisis de las Instituciones”; no dedica un capítulo al Caracazo. Pensé que siendo así, seguramente se referiría a esos sucesos en el capítulo dedicado a la crisis del modelo económico; y efectivamente lo hace, así como en el que habla de la crisis de las instituciones y en las conclusiones. Veamos cuánto y en qué términos se refiere Caballero al Caracazo:
Después del interregno bajo la administración de Jaime Luisinchi en que las nuevas soluciones se postergan, a partir de 1989 se propone abiertamente el nuevo modelo, que un poco con intención polémica y otro por comodidad idiomática se ha dado en llamar “neo-liberal”. En pocas palabras se trata de desmontar el aparato del Estado-empresario y también del welfare state tal y como se había venido formando en Venezuela desde la muerte de Gómez y sobre todo a partir del 23 de enero de 1958.
Como es normal, esta nueva política, al igual que todo reacomodo social, ha tenido sus vueltas y revueltas, sus avances y retrocesos, y ha estado puntuada de pequeñas y grandes crisis sociales, políticas e institucionales. Una de las más espectaculares, por sorpresiva (pero no necesariamente de las más profundas) fue el estallido del 27 de febrero de 1989, conocido popularmente como el “caracazo” [Capítulo VII (1983: Crisis del Modelo Económico), página 138].
El segundo gobierno de Pérez había arrancado mal, por un estallido popular anárquico provocado por un brusco aumento de la gasolina, el 27 de febrero de 1989. Desde entonces, aquel hombre que había sido electo por una confortable mayoría, no había logrado remontar la empinada cuesta de su impopularidad como gobernante [Capítulo VIII (1992: La Crisis de las Instituciones), página 144].
El otro ejemplo es el estallido del 27 de febrero de 1989, conocido popularmente como “caracazo”. Sin duda alguna es una crisis: un gobierno recién entronizado se vio obligado a suspender las garantías constitucionales e imponer el toque de queda. No obstante, no se puede considerar una crisis histórica porque no se han advertido consecuencias perdurables. Incluso si ella sirviese para contradecir lo del carácter pacífico de la sociedad, la violencia allí desbordada no ha tenido otra manifestación parecida en el plazo relativamente mediano de un lustro [Conclusiones, página 164]. TODAS LAS NEGRITAS DE LAS CITAS SON NUESTRAS.



Supongo que, al igual que yo, mucha gente en esos momentos sintió miedo, una tremenda incertidumbre y una gran vergüenza por lo que estaba pasando (¡¿Cómo era posible que la gente saliera a saquear, a destruir; que no midiera las consecuencias de sus actos?!).
Cuando se oficializó la suspensión de las garantías constitucionales ya hacía horas que los ciudadanos ayudados por la prensa las habíamos “entregado”. Muchos en esos momentos de desconcierto llegamos a ver la represión como un mal necesario. La situación era tal, que en principio no nos atrevimos a cuestionar el uso desmedido de la fuerza; lamentamos la brutalidad en silencio sin pensar en que se estaba cometiendo un crimen.
¿Dónde estaban los medios de comunicación... dónde estaban los Manuel Caballero?, ¿escribiendo la “historia oficial”, ayudando a crear en nosotros un sentimiento de culpa que permitiera cubrir con un velo lo que estaba sucediendo?


Alexis Espinoza
24 de febrero de 2004