lunes, 18 de mayo de 2020

¡Qué sabroso es equivocarse!




No hay mayor echonería al escribir que citarse a uno mismo. Hacer semejante cosa es un signo inequívoco de una absoluta falta de modestia. Lo único que puede salvar de tamaño ridículo a un desatinado aprendiz de brujo, es que esa auto complacencia intelectual tenga por objeto contradecirse. Sí, llamar la atención sobre lo equivocado que estuvo cuando en determinado momento afirmó tal o cual cosa (una especie de mea culpa); claro, con la muy sana intención de evitar el riesgo de ser leído ahora (digamos después de unos quince años, por ejemplo) y que alguien más se dé cuenta de lo que ya él sabe: no la pegó.
Dicho todo lo anterior, ya casi pasamos a adentrarnos en ese campo minado que es el escrutinio público, a ver si justificación por medio, me salvo de hacer el gran papelón y de cargar con el estigma de ejercer la falsa modestia, pero antes es imprescindible que retratemos el momento.
Ocurre que ayer 17 de mayo de 2020, después de meses de preparativos (comenzaron temprano el año pasado) y un sinfín de actividades en distintos sitios de Caracas, algunas de ellas diferidas o llevadas a su mínima expresión por cortesía de eso que se han dado en llamar covid-19, y muy a pesar del covid-19, llegó el cumpleaños número 100 de Aquiles Nazoa. Me excuso si por nombrar a Aquiles acabo de despertar la falsa expectativa de que voy a hablar de él o a comentar alguno de sus ingeniosos y bellísimos textos, por decir lo menos, cosa que han venido haciendo tanto personas comunes y corrientes, que por ser algo añejas (como yo) tuvieron el privilegio de ver Las cosas más sencillas por TVN5 o de divisar al poeta en su tránsito por alguna calle de Caracas, o venezolanas y venezolanos de las nuevas generaciones que han sido invadidos por ese espíritu caraqueñísimo de Aquiles que ha hecho vídeos, levantado murales, representado obras de teatro, publicado cientos de miles de mensajes en distintas redes sociales… amén del esfuerzo institucional, que además de convocar al pueblo para Aquiles, ha permitido entre muchas otras cosas reeditar algunos libros y publicar otros tanto en papel como digitalmente.
Esta es una fiesta de la vida, de la esperanza… un encuentro con nuestra identidad y, sobre todo, la oportunidad de vernos en el otro, de poder reírnos de nosotros mismos, de hacer una crítica social sabrosa, a través de los ojos y del sentir del humorista, poeta, cronista, libretista, dramaturgo, ensayista, investigador y quién sabe cuántas cosas más que es Aquiles.
Bueno, y para ir terminando ya (porque sé que de ésta es difícil escapar), aquí los dejo con la fulana auto cita:
(…) se me ocurre que tenemos la necesidad imperiosa de entrar en contacto con la obra de ese fenómeno llamado Aquiles Nazoa. En él tenemos un gran valor que los venezolanos no podemos permitir que siga oculto. Así como hoy en día se han vuelto a escuchar las canciones de Alí Primera y ahora hay quienes lo están “descubriendo”, debemos hacer un esfuerzo para difundir la obra de Aquiles, que por su sensibilidad social y singular estética está tan cerca de nosotros. Tenemos una deuda con él, pero sobre todo con nosotros mismos, porque nos lo estamos perdiendo.
El humor de Aquiles Nazoa no debe quedar para el disfrute de un grupito de elegidos. Sería el más flaco servicio que le podríamos hacer a su memoria. 

En El humor de Aquiles, EncontrARTE (Revista cultural alternativa), 
 N°8 (diciembre de 2004)

 No sé qué opinará usted a final de cuentas, pero aes muy sabroso equivocarse.


Alexis Espinoza

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