miércoles, 14 de abril de 2010

¡Querida presidenta!

A continuación, un texto anónimo (por lo menos para mí lo es) recibido en mi correo electrónico hace algún tiempo y que comparto (con su respuesta a mi interlocutor, por supuesto) a propósito de que Cristina Fernández, presidenta de la hermana República Argentina, ha sido designada oradora de orden para el acto central (19 de abril de 2010) para celebrar el Bicentenario de la Independencia, en Caracas.



"En español existen los participios activos como derivados verbales.El participio activo del verbo atacar, es atacante, el de sufrir, es sufriente, el de cantar, es cantante, el de existir, existente.
¿Cuál es el participio activo del verbo ser? El participio activo del verbo ser, es 'ente'. Lo que es, el ente. Tiene entidad.

Por ese motivo, cuando queremos nombrar a la persona que denota capacidad para ejercer la acción que expresa un verbo, se agrega al final de su raíz la terminación 'ente'.

Por lo tanto, a la persona que preside, se le dice presidente, no presidenta, independientemente del sexo que tenga.
Se dice capilla ardiente, no ardienta.
Se dice estudiante, no estudianta.
Se dice adolescente, no adolescenta.
Se dice paciente, no pacienta.

Pasa el mensaje a todas las inocentes personas que, incorrectamente, la llaman 'Presidenta' porque todavía creen que tiene la capacidad para realizar la acción que denota el verbo.

Un buen ejemplo de lo mismo:

'La presidenta era una estudianta adolescenta,
sufrienta y poco pacienta,
que quería ser eleganta, para que la nombraran representanta y además llegar a ser integranta independienta
de la asamblea constituyenta.
Ahora es la presidenta existenta
en la Argentina.

Pero un día llegará en que la veremos sonrienta
en una capilla ardienta por ahora inexistenta.

¡Qué mal suena, Presidenta, política dirigenta,
que se ponga tan violenta con el pobre castellano,
para quedarse contenta!"

Anónimo



Primero que nada: ¡Qué mala costumbre
la de la gente que no firma lo que escribe!




La persona que escribió esa explicación hizo un buen esfuerzo por convencer, pero es víctima de su inflexibilidad.

El español no es un idioma tan rígido como ella nos lo plantea (el uso en nuestra lengua hace imposible un razonamiento lingüístico "binario", por fortuna). Parece que no se dio una pasadita por el diccionario (el DRAE registra la existencia de presidenta, así como -por ejemplo- la de sirvienta, en oposición a sirviente), el cual –una vez más– nos demuestran que hay factores extralingüísticos de gran peso que están por encima de la "lógica" o del deseo puritano de poner "orden". Las gramáticas y los diccionarios no son reglas inapelables que nos dictan la forma correcta de hablar o escribir; por el contrario, son instrumentos que tratan de recoger la manera como lo hacemos (por eso son, aunque tardíos, dinámicos).
El español (como toda lengua) no es una ciencia exacta (¡Dios nos libre!... si existe). Más bien es un ser vivo, cambiante y muchas veces impredecible.

Alexis Espinoza
26-02-2009

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