Vale decir que “Listas rusas” me llegó sin comentario alguno del remitente, lo cual me llamó la atención, ya que ese artículo puede servir de argumento para descalificar el acercamiento que tienen en distintos órdenes actualmente con la Federación de Rusia algunos países como Venezuela… ¿Habrá sido esa la intención?
Bueno, lo importante ahora es centrarnos primero en el enfoque y luego en algunos de los argumentos que utiliza MN.
El autor parece partir de la idea de que lo importante para una nación que se precie es ejercer un poder hegemónico sobre los demás, es decir, ser una potencia imperial (“superpotencia”, como él la llama) capaz dominar al resto de la humanidad. Parece que Rusia no está en esa carrera, aun cuando es bien sabido que para nada desprecia el hecho de contar con el respeto de buena parte de la “comunidad internacional”, el cual no se basa precisamente en la capacidad que pueda tener para “torcerle el brazo” al resto del mundo. Vale decir que MN ve a través de los ojos de Estados Unidos y que, en consecuencia, “Listas rusas” es el producto de una valoración altamente distorsionada.
Nuestro articulista habla siempre de la Rusia de los últimos 20 años, aun cuando en ciertos contextos lo obligado sería hacer mención a la Rusia que formaba parte de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). Esa “omisión” le evita a MN precisar que durante los años de la URSS Rusia experimentó importantes e innegables logros (científicos, culturales, deportivos…) que ahora –según sus propios argumentos– la Federación de Rusia no podrá sostener. Es decir, MN menciona un antes y un después de Rusia que siempre están circunscritos al período 1991-2010; jamás compara a la Rusia soviética (1922-1991) con la postsoviética (desde 1991 hasta la actualidad), lo cual resulta muy conveniente para hablar desde la perspectiva de quienes forzaron la creación de eso que es Rusia hoy en día y dedicarse a pronosticar su debacle.
Cuando MN se refiere a que Rusia disminuye cada vez más su población y que ese es un aspecto importante en su declinación, se le olvida que trata de un problema común a muchos países europeos y también se le olvida (¡Oh memoria!) que el cambio significativo en la composición étnica de su población es un aspecto que comparte, entre otros muchos países, con EEUU (¿acaso no son principalmente los inmigrantes provenientes del resto de América los que más tienen descendencia en esa nación, como otrora lo fueron los inmigrantes llegados de Europa?). Desde la óptica estadounidense, la composición étnica es algo que causa preocupación, más si se trata de que haya un aporte musulmán que pueda llegar a ser importante, por ello el autor menciona que la población musulmana de Rusia tiene muy altas tasas de fertilidad y que la región de Chechenia es la más fecunda. Por cierto, a la hora de abogar por la independencia chechena los analistas pro estadounidenses –como MN– hablan de la República de Chechenia; en este caso, cuando se trata de destacar un aspecto “negativo” sobre la demografía rusa, entonces se considera a Chechenia una región rusa... curioso detalle.
Cuando nuestro analista afirma que “Alcoholismo, drogadicción, sida, accidentes industriales y viales y un defectuoso sistema de salud generan esta ‘hipermortandad’ que, combinada con muy bajas tasas de fertilidad, producen la declinación poblacional y cambia la estructura demográfica del país”, con algunos de los aspectos que menciona pudiera estar caracterizando la situación del país que le sirve de paradigma. Vale decir, por ejemplo, que la fama del alcoholismo ruso en los últimos años ha palidecido frente a la dramática situación del aumento del consumo de drogas en general y de la producción de marihuana en particular en EEUU. No es un secreto que en California se produce la mayor cantidad de cannabis de todo el mundo y que el negocio es tan lucrativo que legalizar su uso “recreativo” (suena muy bien) para sacar una tajada “limpia” en forma de impuestos es hoy una seria opción en ese estado. Además, han desarrollado con éxito la súper marihuana, producto transgénico potenciado que quizás ya tiene su nicho de exportación hacia Rusia.
Nuestro compatriota MN (si recuerdo bien, todavía es venezolano) no siempre se apoya en fuentes de indudable credibilidad ni “interpreta” los datos de manera confiable:
1. Como es costumbre en gran cantidad de analistas, en su cita de lo dicho por Oksana Antonenko (OA), directora del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos, acerca de la obsolescencia de la infraestructura, el transporte y el armamento rusos, MN utiliza datos que atribuye a OA, pero de los cuales no tenemos la pista, en vista de que –por supuesto– no se citan las fuentes originales (cuáles son las investigaciones que arrojaron esos resultados o en qué se basa su fuente para hacer tales afirmaciones). Así sólo le queda al lector confiar en la buena fe y en la reputación de MN y de OA.
2. El analista sustenta su afirmación de que “para ser una superpotencia hay que tener más que petróleo, gas y bombas atómicas” en dos hechos:
a) Que Rusia desde 1990 ha ganado sólo 5 premios Nobel, mientras que EEUU ha obtenido 120. Entre esos premios que son contabilizados para EEUU vale la pena mencionar por lo menos tres (todos de la Paz) cuya legitimidad deja mucho que desear; son los obtenidos por Barak Obama (2009) por haber dicho que tiene la intención de lograr la paz en el mundo (¡Lástima que se me adelantó comunicando sus intenciones!); por Al Gore (2007) por producir un documental acerca del cambio climático (gran mérito para el país que más aporta gases de efecto invernadero a la atmósfera terrestre y que además se niega a establecer un compromiso para reducirlos); y Jody Williams (1997), coordinadora de una campaña internacional para la prohibición de las minas antipersonal (labor muy loable), premio que se contabiliza para su país a pesar de que EEUU es una de las naciones (también Rusia y China, entre otras) negadas a suscribir el Tratado de Ottawa (producto de esa campaña) para eliminar tales armas y, además, alberga a la empresa Claymore Inc. (la mayor fabricante de ese tipo de minas en todo el mundo), lo cual le otorga a EEUU el privilegio de ser el primer país productor de minas antipersonal; y
b) Que en una clasificación de las mejores universidades del mundo, la universidad rusa mejor situada aparece en el puesto 266. Vale decir que en la página Web de Cybermetrics Lab, institución que realiza la clasificación, menciona que se trata de un ranking Web y nos da indicios de su metodología: “La presencia Web mide la actividad y visibilidad de las instituciones y es un buen indicador del impacto y prestigio de las universidades (...) Queremos motivar tanto a instituciones como a docentes e investigadores a tener una presencia en la Web que refleje de forma precisa sus actividades. Si el rendimiento web de una institución se encuentra por debajo de lo esperado de acuerdo a su excelencia académica, los dirigentes universitarios deberían reconsiderar su política Web, promoviendo el incremento substancial del volumen y la calidad de sus publicaciones electrónicas.” Como se puede apreciar, la clasificación no se elabora con base, por ejemplo, en el amplio examen de aspectos de orden académico; se trata, por el contrario, de registrar la percepción de los investigadores acerca de las universidades a través de sus páginas Web… ¿Un ranking Web puede establecer de forma confiable cuáles son las mejores universidades del mundo?
3. Comenta MN que según el Índice de Desarrollo Humano de las Naciones Unidas, casi todas las naciones han mejorado, “excepto Rusia, cuyo índice disminuyó”. Realmente el índice de la Federación de Rusia ha disminuido, pero no es cierto que sea el único país en esa situación. Según los informes del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) de los años 1998 y 2009, Rusia pasó del lugar 62 al 71 (bajó 9 lugares), mientras que, por ejemplo, EEUU pasó del lugar 3 al 13 (bajó 10 lugares). Sobran los comentarios.
4. No conozco cuál es valor científico de los datos que publica la revista Forbes; en todo caso, si tomamos como cierta la información que al respecto MN nos proporciona, no se entiende cómo el hecho de que Rusia haya “creado” más billonarios que cualquier otro país en los últimos 20 años, pudiera ser considerado un asunto negativo por el analista, ya que el sueño dorado de cualquier capitalista liberal es llegar a amasar una fortuna que le permita aparecer en semejante estadística… ¿Acaso se trata de una contradicción?
5. MN recurre a Transparencia Internacional (TI) para demostrarnos que Rusia es un país altamente corrupto, pero llama “índice de corrupción” (es decir, “olvida” mencionarnos que se trata de un índice de percepción) al Índice de Percepción de la Corrupción (IPC) de TI. En este caso ocurre algo similar a lo planteado en el aparte 2.b. respecto al Ranking Web de las mejores universidades del mundo: TI es considerada por muchos, entre quienes no dudaría en contar a MN, como una objetiva autoridad mundial en materia corrupción, no obstante que de acuerdo con información de la página Web de TI:
a) El IPC “se publica (…) en función de cómo empresarios y analistas del país perciben la corrupción de los funcionarios públicos y políticos.”; y
b) Los “estudios” que publica TI acerca de los distintos países se basan principalmente en información aparecida en medios de comunicación, lo cual es fácilmente comprobable remitiéndose a las fuentes de los distintos trabajos publicados en el informe global de la corrupción de cualquier año.
Espero que resulte útil mencionar, a pesar de todo lo dicho por MN, un par de detalles: que el módulo central de la estación espacial internacional (llamado “Zvezda”, es decir, Verdad) es de fabricación rusa y que, además, el motor ruso NK-33 (desarrollado hace 40 años para el programa lunar soviético) ha sido propuesto por la empresa contratista aeroespacial estadounidense encargada de construir las naves de la NASA del período 2016-2020, para equipar la primera etapa del propulsor, en vista de que varias pruebas demostraron que el empuje de ese motor supera en 108% las características previstas (durante los ensayos el NK-33 se mantuvo operativo durante 617 segundos, casi el triple de lo que se requiere para elevar a la órbita un cohete estadounidense). ¿Hará falta algún comentario al respecto?
Alexis Espinoza
18-04-2010
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