martes, 18 de noviembre de 2008

Navidad... ¿a la venezolana?

En el N° 10 (diciembre de 2004) de ENcontrARTE (Revista cultural alternativa) www.aporrea.org 

Todos los años, en los alegres días pascuales, veo con dolor, y lo ven todos los que sienten en venezolano, cómo la destrucción de nuestro acervo popular llega hasta lo menudo que formó nuestro viejo espíritu. Lo antiguo, lo nuestro, lo que daba cierta fisonomía a nuestras costumbres, ha ido desapareciendo al compás de modas importadas. La ola del mercantilismo angloamericano ha llegado a apoderarse de nuestros valores criollos para sustituirlos por símbolos exóticos, ante los cuales se pliegan fácilmente los curiosos y pedantes imitadores de novedades. Y así, la Navidad no es hoy en Venezuela la antigua fiesta de los abuelos criollos. Es la fiesta de los abuelos yanquis. Durante ella no se desean Felices Pascuas, como lo hacían ayer no más nuestros buenos padres; hoy se envían tarjetas con versos en inglés para augurar Merry Chistmas.

Mario Briceño Iragorry / Caracas, 1951
Mensaje sin destino


No es sano sostener una posición del tipo fundamentalista-aguafiestas con respecto al asunto de las celebraciones y las tradiciones (en especial las de esta época decembrina). Creo que, como mucha gente dice, lo esencial es compartir. Sin embargo, hay una diferencia sustancial entre asimilar alguna costumbre o tradición adicionándola a las que ya forman parte de nosotros, y sustituir irreflexivamente ―sin mayor trámite― nuestras tradiciones por unas ajenas. Un ejemplo: no es lo mismo que celebremos el día de la llegada del Espíritu de la Navidad (21 de diciembre; día de mi cumpleaños, por cierto) y sigamos celebrando la llegada del Niño Jesús con la misma intensidad de siempre, a que celebremos el 21 (ritos incluidos) y dejemos de lado el 24 de diciembre (que solo quede para entregar juguetes a los niños). Si bien es cierto que esas tradiciones navideñas que reconocemos como nuestras nos llegaron de Europa (principalmente de España) con el cristianismo, también lo es que junto con él las hemos ido asimilando en un proceso de no pocos días. Es más, las tradiciones que extraña Briceño Iragorry son esas venidas desde los tiempos de la Colonia y que han ido tomando su lugar poco a poco entre nosotros. Algunos de mis familiares de hace tres generaciones llegaron de las Islas Canarias. Los padres de muchos amigos y compañeros vinieron de Europa; y con ellos sus tradiciones. Es hermoso y muy sano celebrar a la usanza de los padres o los abuelos llegados de otras tierras, y conservar costumbres que tienen un gran arraigo... eso es absolutamente positivo. Somos un pueblo inevitable y afortunadamente mestizo. Nos hemos ido conformando como en una especie de amalgama variopinta que vale la pena disfrutar y preservar. Sin embargo, nuestra dinámica social desde la segunda mitad del siglo XX, favoreció el desdibujamiento de muchas de nuestras fiestas y tradiciones. El gusto por lo nuevo y el culto a lo venido de afuera son valores que fueron tomando terreno entre los venezolanos (entre nosotros). Esos valores han fructificado por años andando de la mano del nuevorriquismo. La nuestra ha sido una sociedad donde por más de cincuenta años se ha valorado al prójimo principalmente por lo que tiene. Debemos poner un gran empeño en lograr que valores como la solidaridad no sean un espejismo, para lo cual es imprescindible dejar de ver la superación individual como lo más importante en nuestras vidas. No parece una tarea fácil, pero la podemos cumplir haciendo el esfuerzo necesario. Así nuestras navidades estarán más cerca de la espiritualidad y dependerán menos de cuánto tenemos para comprar regalos o para estar a la moda.

Alexis Espinoza

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