A Juan Manuel y a Delna
“El
vaso no está hecho de agua, es de vidrio, plástico, aluminio...,
por lo tanto no es correcto decir un vaso de agua, sino un
vaso con agua”. Ante un argumento de una lógica tan
aplastante, no son pocas las personas que de inmediato pasan a
engrosar las filas de las y los que hacen el esfuerzo por eliminar tan
bochornosa expresión de su vocabulario. Suponemos entonces que es
solo cuestión de tiempo para que, en virtud del argumento expuesto,
vayan cayendo también tradicionales expresiones como taza de café
o plato de espaguetis; sin embargo, su supresión pasa por
resolver algunos asuntos como ¿qué digo cuando quiera echar el
cuento de lo que ingerí: “me tomé un vaso con agua”, “comí
un plato con espaguetis”, “me bebí una taza con café”? Pero
yo no me tomo el vaso o la taza, ni me como el plato, solo ingiero lo
que contienen; decirlo así parece que tampoco tiene mucho sentido.
Si
usted es de quienes prefieren pedir un vaso con agua, sepa que
está solicitando una cantidad indeterminada de líquido (podrían
entregarle el vaso con –por
ejemplo– la mitad, un
cuarto o aún menos H2O), mientras que si pide un vaso
de agua, está precisando la cantidad de líquido que desea
recibir (toda la que pueda contener el vaso). Vale decir que por esas
sutilezas que tiene nuestro idioma, como acabamos de ver, aun cuando
nada impide que podamos usar cualquiera de las dos expresiones, la
carga de significado de ambas es distinta.
La noción de cantidad está siempre presente al emplear la preposición de entre el nombre de cualquier recipiente y la materia en él contenida (vaso de agua, lata de manteca, barril de petróleo…), tanto como lo está cuando se encuentra entre la denominación de cualquiera de las unidades de medida convencionalmente establecidas y aquello que mide (kilo de arroz, metro de tela, litro de aceite…). Por lo tanto podemos beber tranquilos medio vaso de agua, utilizar dos latas de manteca o refinar un barril de petróleo, sin que ningún hablante de español promedio imagine que nos referimos a la mitad de un vaso fabricado con agua, a latas hechas de manteca o a un barril cuyas paredes son de petróleo.
La noción de cantidad está siempre presente al emplear la preposición de entre el nombre de cualquier recipiente y la materia en él contenida (vaso de agua, lata de manteca, barril de petróleo…), tanto como lo está cuando se encuentra entre la denominación de cualquiera de las unidades de medida convencionalmente establecidas y aquello que mide (kilo de arroz, metro de tela, litro de aceite…). Por lo tanto podemos beber tranquilos medio vaso de agua, utilizar dos latas de manteca o refinar un barril de petróleo, sin que ningún hablante de español promedio imagine que nos referimos a la mitad de un vaso fabricado con agua, a latas hechas de manteca o a un barril cuyas paredes son de petróleo.
Alexis Espinoza
1 comentario:
Decir dame "Un vaso de agua" forma parte del folklore, los vasos no son de agua, como lo expresas, son de vidrió, aluminio, cartón, etc etc etc. Decir dame un "vaso con agua" es una petición expresa y directa que refleja la realidad del momento de consumir agua. Un vaso es lo común para dar agua, sin embargo, si en mi casa no hay vasos, como sucedió, se tomaba el agua en totumas, hechas a tal fin. y se decía "dame una totuma de agua, porque era la costumbre tener las totumas para tomar encima de la tinaja, sólo se usaban para tomar agua, porque también se tomaba sopa en totumas y eran otras.
Los vasos son herramientas creadas para comodidad y estética para almacenar temporalmente líquidos de consumo, en ellos, tomas licores, jugos etc etc etc
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