sábado, 27 de octubre de 2012

Intenso intercambio epistolar: "lenguaje de género"



Más abajo encontrarán transcritos varios correos electrónicos que en su conjunto corresponden a un intercambio epistolar acerca del llamado lenguaje de género. Intercambio intenso: desde dos puntos de vista diametralmente opuestos. Comoquiera que lo relevante es el intercambio de opiniones y los argumentos expuestos, me reservo la identidad de quien fue mi interlocutor.

Para entender en su justo sentido (el tono irónico) de la posdata  del correo del 22/04/2012 es preciso saber que mi interlocutor ingresó en un cargo medio a la Contraloría General de la República en la década de 1990 (durante la administración de Eduardo Roche Lander), que es socialcristiano (cosa bien sabida en la CGR) y que actualmente se desempeña como director (por encima de él en su línea de mando están solo su director general, el subcontralor y la contralora).


(10/04/2012)
[TEXTO REENVIADO POR MI INTERLOCUTOR Y QUE DIO LUGAR AL INICIO DEL INTERCAMBIO EPISTOLAR]

Carta de una profesora.

Los participios activos son de una sola terminación que le corresponde al género masculino y femenino , y al artículo y pronombres neutros.  Está escrito por una profesora de un instituto público nacional español 

CONTRA LA TONTUNA LINGÜÍSTICA, UN POCO DE GRAMÁTICA BIEN EXPLICADA:

Tengo 50 años y he tenido la suerte de estudiar bajo unos planes educativos buenos, que primaban el esfuerzo y la formación de los alumnos por encima de las estadísticas de aprobados y de la propaganda política. En jardín (así se llamaba entonces lo que hoy es "educación infantil", mire usted) empecé a estudiar con una cartilla que todavía recuerdo perfectamente: la A de "araña", la E de "elefante", la I de "iglesia" la O de "ojo" y la U de "uña". Luego, cuando eras un poco más mayor, llegaba "El Gordito de Petete", un librito con poco más de 100 páginas y un montón de lecturas, no como ahora, que pagas por tres tomos llenos de dibujos que apenas traen texto. Eso sí, en el Gordito, no había que colorear ninguna página, que para eso teníamos cuadernos. 

En Primaria estudiábamos Lengua, Matemáticas, Ciencias Naturales, Ciencias Sociales, Plástica (dibujo y trabajos manuales), Música y Educación Física. En 6º de Primaria, si en un examen tenías faltas de ortografía del tipo de "b en vez de v" o cinco faltas de acentos, eras candidato a repetir el grado.

En Bachiller, estudié Historia Mundial, Química, Literatura y Mecanografía. 
Leí El Quijote y el Lazarillo de Tormes; leí las "Coplas a la Muerte de su Padre" de Jorge Manrique, a Garcilaso, a Góngora, a Lope de Vega o a Espronceda...

Pero, sobre todo, aprendí a hablar y a escribir con corrección. Aprendí a amar nuestra lengua, nuestra historia y nuestra cultura.

En castellano existen los Participios Activos como derivado de los tiempos verbales. El participio activo del verbo atacar es "atacante"; el de salir es "saliente"; el de cantar es "cantante" y el de existir, "existente". ¿Cuál es el del verbo ser? Es "ente", que significa "el que tiene entidad", en definitiva "el que es". Por ello, cuando queremos nombrar a la persona que denota capacidad o ejerce la acción que expresa el verbo, se añade a este la terminación "-nte".

Así, al que preside, se le llama "presidente", independientemente del género (masculino o femenino) del que realiza la acción, pero nunca "presidenta".

De manera análoga, se dice "capilla ardiente", no "ardienta"; se dice "estudiante", no "estudianta"; se dice "independiente" y no "independienta"; "paciente", no “pacienta"; "dirigente", no dirigenta"; "residente", no "residenta”.

Y ahora, la pregunta: ¿Nuestros políticos y muchos periodistas (hombres y mujeres, que los hombres que ejercen el periodismo no son "periodistos"), hacen mal uso de la lengua por motivos ideológicos o por ignorancia de la Gramática de la Lengua Española? Creo que por las dos razones. Es más, creo que la ignorancia les lleva a aplicar patrones ideológicos y la misma aplicación automática de esos patrones ideológicos los hace más ignorantes (a ellos y a sus seguidores).

No me gustan las cadenas de correos electrónicos (suelo eliminarlas) pero, por una vez, les propongo que pasen el mensaje a los amigos y conocidos, en la esperanza de que llegue finalmente a esos ignorantes semovientes (no "ignorantas semovientas", aunque ocupen carteras ministeriales).

Lamento haber aguado la fiesta a un grupo de hombres que se habían asociado en defensa del género y que habían firmado un manifiesto. Algunos de los firmantes eran: el dentisto, el poeto, el sindicalisto, el pediatro, el pianisto, el golfisto, el arreglisto, el funambulisto, el proyectisto, el turisto, el contratisto, el paisajisto, el taxisto, el artisto, el periodisto, el taxidermisto, el telefonisto, el masajisto, el gasisto, el trompetisto, el violinisto, el maquinisto, el electricisto, el oculisto, el policío y, sobre todo, ¡el machisto! SI ESTE ASUNTO "NO TE DA IGUAL", PASALO,  POR AHÍ LE TERMINA  LLEGANDO A LA MINISTRA DE "IGUAL-DA".

Porque no es lo mismo tener UN CARGO PÚBLICO que ser UNA CARGA PÚBLICA.


(12/04/2012)

¡Hola!

Espero que todo esté marchando bien, tanto en la casa como en el trabajo.

A continuación te transcribo la que fue mi respuesta a un correo similar al que ahora me remites. Aquel fue un texto cuya autoría nunca conocí; el de ahora –a pesar de sufrir básicamente del mismo mal– está escrito de forma más inteligente. Sin embargo, mi antigua respuesta (26-02-2009) aborda el que –según creo– es el asunto de fondo:

La persona que escribió esa explicación hizo un buen esfuerzo por convencer, pero es víctima de su inflexibilidad.
El español no es un idioma tan rígido como ella nos lo plantea (el uso en nuestra lengua hace imposible un razonamiento lingüístico "binario", por fortuna). Parece que no se dio una pasadita por el diccionario (el DRAE registra la existencia de presidenta, así como –por ejemplo– la de sirvienta, en oposición a sirviente), el cual –una vez más– nos demuestran que hay factores extralingüísticos de gran peso que están por encima de la "lógica" o del deseo puritano de poner "orden". Las gramáticas y los diccionarios no son reglas inapelables que nos dictan la forma correcta de hablar o escribir; por el contrario, son instrumentos que tratan de recoger la manera como lo hacemos (por eso son, aunque tardíos, dinámicos).
El español (como toda lengua) no es una ciencia exacta (¡Dios nos libre!... si existe). Más bien es un ser vivo, cambiante y muchas veces impredecible.
Alexis Espinoza
26-02-2009
Bueno, espero que lo dicho abone algo a la discusión (ojalá la haya).


(13/04/2012)

Saludos Ali, espero que la familia este bien!!!

Que bueno haber recibido tu correo. Inmediatamente recordé algo de tu posición al respecto y lo reafirme con la lectura del extracto que anexas.

Comparto algo de lo que dices. Entiendo que el idioma es flexible y los diccionarios deben recoger en la medida de lo posible el común hablar de los hablantes de una lengua; en ese sentido es probable que todo el esfuerzo comunicacional que hace el gobierno (y con él, el Estado en nuestro caso) con los enormes recursos de que dispone, logre eventualmente que se generalice en la población esa manera de hablar y pase del lenguaje oficial (el de los documentos y comunicaciones oficiales) al común de los ciudadanos; y de ahí con el tiempo tal vez aparezca entonces en los diccionarios como cuando se hace mención particular a la manera de hablar en algún país (localismo creo que lo llaman). Así veremos entonces que bajo la palabra "fiscal", podremos encontrar que en Venezuela, los venezolamos también usamos el término "fiscala". Y quien sabe si aún después de muchos años, en algunos países afines al proceso político e histórico por el que atravesamos, comiencen a utilizarse normalmente esos términos para poder identificar el genero de quien desempeña el cargo (entendiendo que esto, claro esta, aporta una información adicional y valiosa sobre los posibles resultados de ese desempeño). Tal vez ocurra todo esto. Es más, tal vez esos términos dejen de ser un "localismo" que solo se emplea en Venezuela y lleguen a utilizarse comúnmente en algunas otras naciones hispano-hablantes.
Pero lo mejor de toda esta discusión, es que si eso llegara a suceder, nunca podríamos decir que la manera como comúnmente hablamos ahora sea incorrecta, sólo habría caído en desuso, gracias a una extraordinaria, constante y pertinaz campaña oficial que esta empeñada en cambiar la manera como "comúnmente" decimos ciertas cosas.

Casi que pareciera una campaña orientada a introducir ciertos términos en el diccionario
No cree Usía???

Un Abrazo, y por favor no te pierdas. Siempre es grato conversar contigo!!!


“Interlocutor”


(16/04/2012)

¡Hola otra vez!
Ahora me has inducido a escribir un poco más.

Primero que nada me siento en el deber de aclararte que el texto transcrito en el correo anterior (fechado el 26-02-2009), si bien está dicho con mis palabras y en referencia a un caso específico, de ninguna manera es una “teoría” producto de mi imaginación; no se trata de una elaboración personal, sino de algunos asuntos aceptados desde hace mucho tiempo en el medio lingüístico (por ejemplo, que instrumentos como diccionarios y gramáticas recogen la forma en que realizamos el habla, no al revés; que el habla cambia constantemente y que la que no lo hace es porque corresponde a una lengua muerta: no es lengua materna de hablante alguno).

Ahora bien, como el texto de la profesora (?) argumentaba específicamente acerca de los participios activos (en particular por el caso de presidente-presidenta), afirmando que se trataba de un error utilizar presidenta cuando nos referimos a una mujer que preside y la Real Academia de la Lengua (RAE) acepta la terminación enta para el femenino de algunas de esas palabras, en cuyo caso está presidenta (la registra el Diccionario de la RAE desde hace ya varias ediciones anteriores a 1999), pensé que el asunto llegaría hasta allí. Sin embargo, ahora creo entender que tu inquietud es más política que lingüística.

En este momento vale una precisión: supongo que cuando dices … que se generalice en la población esa manera de hablar y pase del lenguaje oficial… Así veremos entonces que bajo la palabra ‘fiscal’, podremos encontrar [en el diccionario] que en Venezuela, los venezolanos también usamos el término ‘fiscala’ te refieres al denominado lenguaje de género en general y no en particular a la palabra fiscala, ya que esta aparece registrada en el DRAE (también con vieja data) y sin una acotación que la distinga como venezolanismo, debido a que efectivamente no es un “invento” criollo.

Tampoco tenemos que ver nada en Venezuela con la existencia del vocablo alcaldesa, ni con el hecho de que el DRAE lo registre actualmente con dos acepciones: la primera como Mujer que ejerce el cargo de alcalde (nótese que esta definición es un apéndice de la definición masculina; ¿por qué no se pudo definir en los mismos términos en que ese diccionario lo hace con alcalde?); y la segunda (no sé si este pequeñísimo avance podrá ser tomado como un triunfo por quienes defienden el uso de un lenguaje no discriminatorio hacia la mujer), el que seguramente en un principio fue su único significado: (actualmente de uso coloquial) Mujer del alcalde.

La RAE es una organización muy conservadora y se precia de seguir protocolos bastante estrictos a la hora de incorporar palabras a sus diccionarios; aún así debemos tener en cuenta que no es infalible y que a veces hace modificaciones o adiciones cuya trascendencia es cuestionable. Tal es el caso, por ejemplo, de la incorporación de la palabra millardo, hecho que llenó de orgullo a muchos venezolanos en diciembre de 1995 (incluyendo a este servidor), ya que fue el presidente venezolano Rafael Caldera quien propuso tal inclusión. En su momento hubo diversos argumentos en contra del vocablo, como su falta de tradición en nuestra lengua, que era sencillamente innecesario o que no resolvía el peligro de las traducciones erróneas desde y hacia el inglés. Hoy en día, después de más de tres lustros, todavía es un vocablo de uso bastante restringido (se emplea sobre todo en Venezuela y Colombia). Como dato curioso tenemos que al menos el diario El País (España) ha establecido en su manual de estilo el uso preferente de mil millones en vez del término millardo.

No hay esfuerzo comunicacional ni coacción de cualquier naturaleza que valga para hacer cambios en nuestra habla, si no se da primero la internalización del cambio; es decir, expresarse de una u otra manera generalmente es un acto inconsciente que está influido por elementos que se encuentran en nuestro contexto, entendiendo que ese contexto ya no es como antaño: uno muy limitado constituido básicamente por otros hablantes en nuestro rededor. En el habla incide también lo que escuchamos en la radio, lo que percibimos a través de la televisión y mientras usamos la Internet (tanto contenidos de sitios web como nuestra comunicación individual con personas de cualquier parte del mundo)… Pero no obstante la multitud de influencias de distintas procedencias, siguen siendo –como lo han sido siempre y no lo dejarán de ser– los hablantes más próximos, con quienes compartimos dialecto, la influencia más decisiva en nuestra propia habla. ¿Por qué? Porque cumplen un papel regulador; el dialecto ejerce la suficiente presión social como para que no nos diferenciemos demasiado del resto de nuestros “codialectantes”. Se trata de un vínculo muy fuerte (la identidad lingüística) de cuya existencia rara vez se da cuenta el hablante promedio, porque las “presiones regulatorias” que mantienen la cohesión dialectal suelen ser muy sutiles y oportunas, y funcionan antes de que se ocasionen grandes descalabros que puedan ser percibidos de forma consciente.

Así los cambios se dan de manera gradual y de forma colectiva, generalmente sin que medien grandes traumas. Esos cambios operan en varios ámbitos y, por ejemplo, los que ocurren en el léxico (las palabras que usamos y su significado) se suceden con mayor rapidez que los referidos a la sintaxis (la forma como disponemos las palabras para que formen un conjunto decodificable por los demás hablantes). Cuando se trata de nombrar una nueva realidad, los cambios acontecen en menos tiempo que cuando el asunto consiste en variaciones que afectan la gramática. Sin embargo, en líneas generales, la lengua prefiere no cambiar si no es necesario (se siente cómoda con lo que tiene); si cambia, prefiere lo que resulte lingüísticamente más económico (odia duplicar esfuerzos; ama simplificar lo que ya existe); si opta por algo que no es lingüísticamente económico, con seguridad se trata de un esfuerzo consciente de sus hablantes (por convicción, no por coacción de algún agente externo).

En resumen: cuando en nuestro país la mayoría de la gente comience a utilizar cotidianamente en su habla el llamado lenguaje de género, a ponerse las alpargatas porque lo que viene es joropo...
Alexis Espinoza


(17/04/2012)

Hola Alí...
aquí te va mi comentario a tu comentario...
Me hizo pensar tu valoración de mi inquietud y creo que tienes razón. Es más política que linguística. Pero pensando un poco más en ello creo que todavía es más económica que política.
Me parece absurdo, ilógico, ineficiente, ineficaz y antieconómico; desperdiciar recursos que algún día nos harán falta para cosas mas importantes, tratando de imponer un lenguaje oficial de género al común de los ciudadanos.
Porque así es como lo veo, no es "el lenguaje de género" como tu lo llamas, no; es el lenguaje oficial de género que quiere imponer el gobierno haciendo uso (¿abuso?) de todo el inmenso aparataje comunicacional que tiene el estado (y no me digas que no es inmenso porque cada vez sobran más dedos de las manos para contar a los medios independientes). Como lo quiere hacer con el cerro el Ávila (perdón wuaraira repano).
En razón a lo anterior no comparto totalmente tu opinión cuando dices "No hay esfuerzo comunicacional ni coacción de cualquier naturaleza que valga para hacer cambios en nuestra habla, si no se da primero la internalización del cambio", porque justamente todo el esfuerzo comunicacional que realiza el estado con sus ingentes recursos esta orientado a que la población internalice ese cambio en su manera de hablar, y en lo que respecta a la coacción, recuerda que estamos viviendo tiempos en los cuales si delatas tu filiación política ( y la no utilización de la jerga oficial en el habla cotidiana puede ser visto como un indicador de tus niveles de compromiso político) puedes poner en peligro el pan que llevas a la mesa de tus hijos.
Pero como te dije, creo que mi inquietud es mas económica que política, porque además comparto contigo la idea de que "en líneas generales, la lengua prefiere no cambiar si no es necesario (se siente cómoda con lo que tiene); si cambia, prefiere lo que resulte lingüísticamente más económico (odia duplicar esfuerzos; ama simplificar lo que ya existe)";y es por ello que me parece un enorme derroche de recursos (tiempo, energía y esfuerzo) por parte del gobierno el querer imponer este "lenguaje oficial de genero"
Ahí te dejo eso camarado Ali...
Saludos a la familia y como siempre un gusto conversar contigo.


“Interlocutor”


(22/04/2012)

Hola de nuevo.

Por el cariz que tiene tu respuesta (100% de interés político, aunque lo matizas como económico), mi motivación para continuar con esta "conversación" ha mermado grandemente. Has migrado de una supuesta preocupación por el uso indebido (?) del español que hablamos (en vista de lo cual te contesté anteriormente) hasta –una vez que te expuse ciertos asuntos– consideraciones de un orden que no dudo en calificar de politiquero; por lo tanto me temo que contestarte partiendo de las afirmaciones que haces en tu más reciente correo (17-04-2012) sería caer en politiquería y no sé si a ti eso te servirá de algo, pero te aseguro que a mí no me deja absolutamente nada.

Así que después de leer tu último correo me hice un par de preguntas:¿En qué hechos concretos se materializará esa presunta campaña para imponer el lenguaje de género? y ¿Será tan poco conocido el hecho de que la Cámara Venezolana de la Radiodifusión agrupa a más de 400 emisoras de radio privadas en todo el país?

Gracias a tus afirmaciones también descubrí que hay una página muy buena (http://www.venezuelaperiodicos.com/) donde es posible verificar estado por estado la existencia de todos los periódicos privados del país (alrededor de 100), a algunos de los cuales inclusive se puede acceder desde allí.

PD 1: Yo no le di el nombre al lenguaje de género (nos guste o no, así ha sido identificado el uso paritario del género en nuestra lengua).

PD 2: Espero que puedas seguir ocultando tu filiación política, porque según las circunstancias que describes parece que en estos últimos 13 años lo has estado haciendo muy bien.

Por mi parte doy por terminada la "conversación".
Alexis Espinoza



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