Es
justo aclarar que tal como me espetó en Instagram –y con toda razón–
alguien que se identifica con el seudónimo de octubrerojo2012,
soy un perfecto ignorante acerca de eso que llaman tauromaquia o
fiesta brava o arte taurino o corridas de toros… Lo cierto es que
mi ignorancia al respecto no me quita el sueño y menos aún el
derecho a opinar sobre el asunto; claro, mientras los “taurómanos”
no logren impedirlo legalmente.
Según
veo (santomasote):
el “arte taurino” se vale
de la ventaja que sobre su presa tiene el matador, la cual
logra al ser asistido por un séquito de cómplices que torturan y
debilitan al animal durante la corrida, hasta que está listo para
que en un acto de sadismo colectivo el “valiente” torero, aupado
por la multitud que pide la vida del toro, complace sus instintos
dándole muerte. Luego, dependiendo de su desempeño previo, le
otorgan el rabo o las orejas de la bestia, los cuales les son
cortados en medio de un charco de sangre.
De cuando en cuando, algún
toro se defiende al punto de cornear a quien lo quiere asesinar y, si
tiene suerte, logra lo que entre seres humanos sería un homicidio en
defensa propia. De verdad que algo
más artístico que esto, imposible.
En
cambio, octubrerojo2012 ve
que:
el arte taurino, es una danza
entre el poderoso y majestuoso toro, rey de la Fiesta Brava, y el
vigoroso torero, que dibuja con su capote y muleta, una pintura en
cada faena. Faena que tiene tercios de hermosura en este combate del
único bovino del mundo, que tiene derecho a luchar por su vida y no
terminar como el resto, en un lúgubre matadero.
El
toro bravo nace embistiendo y vive como un príncipe del reino
animal, en las ecológicas dehesas, al cuidado de ganaderos que aman,
viven y son altísimos conocedores de su fenotipo y
genotipo. En razón de su faena, son premiados tanto el toro como el
torero, de distintas formas que han evolucionado con los siglos de
este arte milenario.
Esta es la descripción real
de un conocedor de la materia, en contraste a la suya, que ni respeto
tiene por la historia, la cultura, el arte y los intelectuales de
todas las tendencias políticas, que han visto lo que usted no es
capaz de ver en la hermosa Fiesta Brava. Feliz tarde. Viva y deje
vivir. Nadie lo obliga a ir a una corrida de toros.
¡Pura
poesía! De verdad que
quedé anonadado ante
semejantes argumentos. Por
cierto, en medio de su
emoción a mi interlocutor se
le olvidó (tuvo que ser un olvido; él sabe tanto de esas cosas que
no pudo ser por otra causa) que el asunto de la corrida no es solo
entre el toro y el torero: sin
los picadores y los banderilleros ningún torero sale al ruedo.
Bueno, como iba diciendo, supongo
que en vista de toda esa verborrea seudo intelectual nuestro
taurómano esperaba
que este ignorante servidor hiciera silencio. No obstante las
supuestas banderillas
en mi lomo, alcancé a contestarle:
mala
argumentación esa de esgrimir la ignorancia del otro porque no
opina lo mismo que tú, y donde tú ves arte y poesía él ve algo
distinto. No sé a quién vas a apabullar con tu pretendido
intelectualismo, pero a mí no. Di mi opinión y no utilizo de muleta
a más nadie para decir lo que digo; y lo sostengo, podrán muchos
intelectuales conocedores de la historia –como tú–, apoyar la fiesta
brava porque es un arte, pero al toro lo torturan, lo debilitan y
luego lo asesinan. Esto último es un hecho objetivo… ah, disculpa
mi ignorancia.
Y tienes razón, vive y deja
vivir.
Como
era de suponerse,
al no caer en la
trampa de que admitiendo que
los fanáticos taurinos
tienen derecho a considerar
el toreo un arte, entonces
automáticamente también
admitimos que la tortura y el
asesinato del animal carecen de importancia,
el encumbrado defensor
de la tauromaquia contra
atacó con una cortina de
humo:
No
esgrimo tu ignorancia por la diferencia de opinión, sino por la
ignorante descripción que hiciste de la faena taurina. Cuando te
sugiero documentarte, no es para que cambies de opinión sino para
que te eduques al respecto. Acusas falta de información en lo que
llamas “hecho objetivo”. En la tauromaquia se vive y se deja
vivir. No andamos persiguiendo a los veganos y animalistas. Eso
funciona al revés, pues ustedes buscan de que nosotros dejemos de
existir. El muy educado y civilizado taurino, no anda en campañas
malsanas contra nada ni nadie. Solo exigimos respeto y el goce de
nuestros derechos laborales, culturales y económicos, en una
actividad que no está prohibida. Al contrario, está debidamente
permisada.
Acto seguido respondí, pero
el administrador de la cuenta decidió no publicar mis nuevos
comentarios; sin embargo, él sí me hizo uno conclusivo:
Agotada la materia contigo
hermano santomasote. No tengo más tiempo y aún teniéndolo,
considero innecesario seguir invirtiéndolo en leer tus reiterativos
comentarios, uno a uno derrumbado por mis respuestas. Déjele espacio
y tiempo a otros necios. No eres el único.
Algún día el mundo será
de los necios que se hacen preguntas incómodas.
Alexis Espinoza